Discurso en la Feria Internacional Arequipa (FIL), dado por el doctor Fortunato Turpo, en la presentación del libro República de Aristócratas.
Si pensamos humanamente sobre lo que es y qué significan las tierras del sol, muchos territorios imperiales como de los romanos, griegos y egipcios, no dejarían de ser la cúspide del pensamiento como lo fueron nuestros territorios americanos que hoy viven y muestran su juventud territorial de siglos que no pasaron y si lo fueron tan antiguos, representan para nosotros la joya universal de los tiempos.
Estas ideas parecieran tan simples en la reflexión que nos hacemos desde niños pensando en el destino de la patria. En el porvenir de la humanidad, como en el pequeño territorio de los pueblos organizados que buscan calladamente la grandeza de su destino, cimentado en valores.
Los Estados como el Perú, tan pequeño e inmenso con sus características muy propias son herederos de importantes culturas, la occidental y la andina, que construyeron una imagen respetable en el orbe. Esta realidad, pocas veces vista en la historia universal, nos encumbra el pensamiento y es el acicate para el desarrollo integral de la Nación peruana.
Amparados por esta preocupación, nos hemos permitido escribir REPÚBLICA DE ARISTÓCRATAS, que resume los hechos justos e injustos, nobles e innobles, de riquezas y pobrezas entre los siglos XVI y el XXI, en el que somos testigos de su paso, así como nos está observando nuestra conducta poblacional.
Nuestra investigación no es una simple narración histórica, económica, política, social y jurídica, es un análisis, una confrontación entre los hechos del pasado histórico y la realidad actual, de manera directa, realista y documental.
Con el respeto que merecen muchos tratadistas que le han dedicado sus páginas para descubrir la verdad de nuestra patria, y con la diferencia de instancias y acontecimientos, fruto de la pasión y reflexión sobre una realidad tan catastrófica a lo largo de muchas décadas y por qué no, de siglos que viene padeciendo nuestro querido Perú, hemos preparado este libro para entregarles especialmente a las nuevas generaciones de este nuestro siglo XXI.
Desmenuzamos e interpretamos la realidad económica, política y social, desde la llegada del colonialista español, que nos trató tan mal. Observamos de cerca la conducta del hombre criollo junto al antiguo peruano, dueño de una cultura.
Nos hemos permitido comparar distintas realidades de los países de América Hispana, donde los gobiernos, los aristócratas de otro género en descenso, siempre han gobernado tan mal que lo describimos con realismo y crueldad en esta obra.
No cabe otra actitud, sino, exponer la verdad, donde un pueblo, una nación tan rica moralmente y con ingentes recursos naturales en abundancia, así como rico con su presencia en la historia, es convertido en el emporio de la pobreza y la corrupción.
No hemos querido ser benevolentes con la historia ante una realidad que llora y sangra. La síntesis siempre es un privilegio con el que hemos tratado los temas en esta obra en particular.
Aquí no cabe la elegancia en las palabras y los discursos aflorando una falsa realidad. No se puede seguir siendo víctimas del colonialismo económico, político, social y mental.
Habituados, los peruanos, a esta realidad de dependencia, faltos de reflexión y conciencia de su pasado y presente, así como ausentes de una verdadera visión del futuro. Con una mentalidad demasiado modesta nada podemos esperar, sino el llanto y la pobreza de conciencia que nos enternece y nos quita nuestro antiguo orgullo y respeto.
El mejor juez de nuestros actos, malos o buenos, de nuestros delitos o buenas obras, es la conciencia humana en cada persona, en cada habitante de esta población.
En el actual ciudadano o poblador que conduce el país no hay ninguna esperanza. Razón, por el que nos estamos dirigiendo a las nuevas generaciones que se permitan reflexionar en el pasado y puedan abrir el camino del futuro para sentirse un verdadero constructor de una nueva sociedad.
De esta forma la administración virreinal se produjo a través de muchos órganos de gobierno, como la Real Audiencia, los corregimientos, las intendencias, la milicia y la Iglesia Católica por medio de los clérigos y los arzobispos en su mayoría, cuyas instituciones fueron responsables de la administración judicial y los tribunales que juzgaban con sumo rigor a los nativos del antiguo imperio.
Es realmente necesario conocer la aplicación y ejercicio de estas instituciones por su pésima actuación e injusta dominación. Realizamos una amplia explicación sobre la justicia colonial.
La esclavitud y la cuestión religiosa no podían estar distantes de ser tratados con detenimiento. La necesidad de mano de obra aún más barata que la nativa, impulsó la importación de esclavos del África.
El comercio de dichas personas se consolidó en desmedro, incluso, del nativo americano, que llegó a tener más importancia; no obstante, las bulas papales y otros instrumentos jurídicos que trataban de amparar al indígena.
El adoctrinamiento religioso fue muy singular, cristianizándolos por la fuerza y la razón en un afán de enriquecimiento. Fue el principal accionar de los frailes y autoridades religiosas en la Colonia por buscar el enriquecimiento de manera permanente en directa relación con la expoliación en las minas a través de las mitas y repartimientos.
En consecuencia, la monarquía española cambió de rostro al llegar a América, cuando estaba económica, social y políticamente en crisis. Estuvo en la pobreza.
La Emancipación y la proclamación de la Independencia, si bien fue liderado por preclaros libertadores sudamericanos, con tendencias políticas ideológicas diferentes, tuvieron el mismo objetivo de apoyo a la población criolla colonial antes que al mismo y verdadero peruano.
Sus luchas fueron utilizadas por esta causa criolla que en nada favoreció a la población indígena. De esta forma, el catecismo político de Bolívar y la monarquista de San Martín, no tienen tanta significación para la población andina de estos tiempos.
La personalidad de Juan Pablo Vizcardo y Guzmán, máximo ideólogo americano y arequipeño, que la historia universal casi lo olvida, en 1781 ya preconizó la necesidad de Hispanoamérica para independizarse. La idea de patria americana estuvo bien definida en Vizcardo.
Diseñó en forma terminante al país opresor, de quien dijo “Nada le debemos y del que nada debemos esperar”.
Con estas acciones independentistas, se inició la época republicana con el sustento del caudillismo militar y civil, que buscó inmutablemente el poder y la defensa de sus intereses económicos y sociales, sin tener en cuenta la lucha y los propósitos de bienestar de los indígenas del siglo XVIII.
Aparecieron los partidos políticos civilistas en un medio de confusión de movimientos, que no se llegó a estructurar un verdadero gobierno de estado y de nación que se esperaba.
Hubo conflagraciones fratricidas como la Guerra del Pacífico con Chile y Bolivia, donde el militar peruano mostró su poca capacidad militar y patriótica. Que, lamentablemente, esta herida sigue sangrando hasta lastimar el sentimiento de peruanidad al convertirnos hoy en una colonia económica de Chile con la anuencia de los gobiernos de los siglos XIX y XX, y las últimas décadas.
La etapa republicana promovió, creó y fortaleció el gamonalismo, con la consagración de las grandes haciendas; latifundios que amamantaron a pocos en perjuicio de las comunidades campesinas del país y en agravio de los colonos de las haciendas, donde los propietarios fueron autoridades como legisladores entre diputados y senadores.
Personajes del Poder Ejecutivo como ministros de Estado y presidentes de la república. Por el contrario, los peruanos de clase media para abajo seguían el camino de la pobreza, la explotación y el abuso.
El legado de las repúblicas fue desde todo punto de vista condenable no solo en el Perú, sino, en casi todos los países latinoamericanos que han perdido en cierta forma su identidad para convertirse en el enemigo de su propia raza.
La pérdida de la identidad cultural es tan cruel en el caso peruano; siempre está en cuestión el detrimento de la identidad andina y amazónica motivada claramente por el centralismo en el Perú. Lima no es el Perú.
Lima desde la llegada de Francisco Pizarro fue calificado como pueblo de forasteros. Tampoco España es la Madre Patria de nosotros los peruanos, sino, la verdadera Madre Patria nuestra es el Imperio del Sol.
La disminución de valores, tradiciones, símbolos y creencias, han motivado la sumisión indígena y el orgullo de la criollada limeña.
Esta es la razón por la que el poblador provinciano de origen campesino y de las comunidades andinas no ha mejorado su pensamiento; sin ideales y sin objetivos propios desde el punto de vista político. Ha sido tan cruel el castigo, la segregación, el abuso permanente hasta convertirlo en un ser totalmente pasivo y receptivo en sus sentimientos.
No ha cambiado ni el rostro de su organismo, ahora, sigue siendo el personaje humilde enraizado en su mente tanto de los hombres como de la población femenina.
El estado de desorganización, desmoralización y desquiciamiento cívico y social en que se encontraba el Perú, la falta de unidad y carencia de peruanidad, son las causas principales que han engendrado todas las vicisitudes, dolencias y timideces del país en el siglo pasado.
Es el verdadero origen del malestar y debilidad del Perú actual.
Esta realidad se extiende hasta las regiones que conforman América Latina. Y para salir de este acoso social, dentro de la legislación internacional nació un nuevo pensamiento de integración de los países, y como en nuestro caso, se creó el Pacto Andino (1969) o Comunidad Andina de Naciones de hoy, conformado por los países andinos de Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia y Perú.
Con el objetivo de mejorar las condiciones económicas, políticas y sociales de los países integrantes, que en el proceso de política internacional e integración económica, hacemos llegar nuestros planteamientos para lograr una verdadera integración de los países no solamente andinos, sino de los países que integran América Latina.
De esta manera, estudiamos el parlamentarismo, la ética y la moral; así como el caudillismo, practicado en el Estado peruano y los partidos políticos.
Asimismo, profundizamos sobre el multiculturalismo en la región andina, teniendo en cuenta la pésima y cruenta realidad del sistema legislativo, así como el accionar del criollismo empresarial en el Perú y la corrupción enraizada a todo nivel, no solo llegamos a la conclusión de refundar el Perú con el acompañamiento de los otros países en situación de pobreza, atraso y corrupción.
Viendo con claridad la situación catastrófica del Perú en casi todos los niveles de gobierno, debe promoverse una reestructuración integral del Estado, empezando con un verdadero cambio de mentalidad y, luego buscar y practicar una verdadera democracia donde no exista pobreza, racismo, segregación y abuso, amparado por una verdadera Carta política.
Finalmente, teniendo en cuenta la identidad de los pueblos o de una comunidad, los Estados poseen una cultura ancestral tan cimentada que vislumbra el futuro de la humanidad y de sus propias regiones, entonces la refundación de los Estados y en concreto, la del Perú, se hace necesaria.
La refundación del Estado peruano, debe tener un nuevo rostro de peruanidad, no la del republicano aristocratizaste ni la del oligarca criollo, que han llevado y conducido al Estado por un camino de cauces totalmente equivocados.
Como podemos observar, el Estado peruano como Nación Andina se desarrolla en un escenario de constante amenaza de parte de la suprema magistratura que no entiende, que hay una población que sufre; además, enriquecido por el empresariado insensible que solo piensa en sus intereses económicos al servicio de las grandes transnacionales.
Amenazado, siempre, por la indiferencia aletargada del gran sector de las regiones que suscitan la mediocridad, el atraso y la corrupción. Este escenario: ¿nos permitirá lograr el desarrollo integral de nuestro país, el Perú? El reto está en vuestras conciencias.
Gracias,